miércoles, 5 de septiembre de 2012

salvar a Jesús


Padre, esa mujer yacía en la mitad de la Tierra.

Su cabellera oscura y su piel eran ya un pardo cúmulo de arena, las lágrimas en su rostro trazaban largos surcos de barro desde su mirada violenta hasta el remanso de su boca como una crecida torrencial y nocturna que hubiera ido a desembocar en un océano de calma.

Me pareció como si un lodazal pudiera ser hermoso y tierno todavía.

Las piedras habían dejado tantas magulladuras en sus brazos y piernas que apenas podía usarlos para erguirse y la bárbara herida de un acierto había horadado -mostrando la radiante blancura de su esqueleto- una brecha en el pómulo de la que manaba un hilo casi imperceptible de sangre muy roja; imaginé amapolas que abandonaban macetas de alabastro en Gomorra a merced de un viento ígneo y cruel.

De aquella buena turba que enviaste, Padre, seguían llegando aceradas lecciones de guijarros en el nombre del amor y de la comprensión...

Me incliné hasta sentir la grava clavarse en la carne de las rodillas  y puse dos dedos en su brecha mientras apartaba toda terrosa ignominia de sus ojos y labios y muchas piedras impactaban en mi ropa. Alzó la mirada. Sus iris pasaron del negro mate al ónice, como la habitación viciada en la que se abre un ventanal a la mañana clara de un jardín. Aprendo en ese momento que una mujer herida es acaso una estación ferroviaria del trópico por la que circulan nevados trenes llenos de fantasmas. Y una voz atemporal, como un sueño ligero de media tarde que revela un gran misterio, dice un ruego: haz que paren. Por favor, haz que paren.

Era obligado abrazarla e interponerse, Padre. Apartar la tierra con las manos aunque esta hubiera estado repleta de agujas o cristales. Con ella limpia en mi pecho, mi espalda fue un muro infranqueable.

¿Por qué entonces, Padre,
este castigo que dices
necesario?
  
¿Por qué truenas
amorosamente:
Hijo Mío hazte a un lado,
esa mujer es mujer para
hombres de verdad
que siembren de sal sus heridas?

8 comentarios:

  1. sí. me estás gustando mucho. y el final es tan bueno que me jode no haberlo escrito yo. no sabes de que manera me jode.
    un abrazo.

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    1. Gracias mil, tete. Ya sabes lo que cuenta por aquí lo que tú pienses. La verdad es que estoy disfrutando de esta nueva etapa. Voy explorando cosas nuevas y me está gustando mucho lo que voy encontrando...

      Un beso. Te quiero.

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  2. He llorado querido amigo, he llorado. Es tan bello, tan tierno y crudo a la vez que solo cabe emocionarse.
    Enhorabuena, de verdad. Un beso

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    1. Bello, tierno y crudo... Me gusta. Muchas gracias, amiga, de corazón.

      Otro beso para ti.

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  3. Azótala, azótenla, déjenla bien muerta, que sangre, Dios, seamos cómplices en esta bendición, vamos, aun respira, la vamos a adorar dos mil años más tarde, pero ahora tiene que morir, a mí me faltan las muelas, por eso se me cae la baba.

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    1. Tengo que tatuarme un día un comentario tuyo en la mitad del pecho, querido. Y comprarme sólo camisas de corchetes.

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  4. tronar amorosamente, qué necesario es eso en este esquinudo y lapidante mundo. me gustan tus nuevas sendas, Chus, tus nuevos paisajes.

    abrazos, compañero.

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    1. Todo truena ya amorosamente, Antero, me estoy quedando sordo.

      Muchas gracias, amigo, por los ánimos. Más abrazos para ti. Bienvenido.

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